¿El sillón de un CEO está tan caliente cómo el Banquillo de un Entrenador de Fútbol?
“Ganar y ganar y ganar y volver a ganar, y ganar y ganar…”. Esta fue la histórica respuesta que le dio a un periodista el inolvidable Luis Aragonés, arquitecto de la mejor selección de fútbol que ha tenido España en su historia, cuando le preguntó sobre lo que se le pedía a un entrenador.
Un entrenador que, por cierto, dejó de serlo justo el día después de haber conquistado la Eurocopa de 2008, y de asentar la personalidad y las bases del éxito de un equipo ganador, porque ni siquiera le ofrecieron la renovación cuando la nueva cúpula de la Real Federación Española de Fútbol tomó posesión de su cargo.
Y es que la profesión de entrenador de fútbol y la de CEO son ocupaciones de alto riesgo, como escribía recientemente Carmen Sánchez-Silva en el diario El País. Aunque solo se refiere a la de CEO, en su documentadísimo artículo aporta entre otros este escalofriante dato: el 72% de los líderes sufren infartos, ictus, divorcios, etc. debido a su estresante y exigente ritmo de vida.
Los entrenadores de fútbol, sin llegar a estos extremos, tienen sin embargo una movilidad de despidos y ceses del banquillo considerablemente superior. Según un estudio realizado en 2022 por el CIES Football Observatory Weekly, la permanencia media de un entrenador en su puesto en las principales 90 ligas del mundo es de tan solo 243 días. Una cifra que baja alarmantemente en países como Brasil (120 días) o Perú (¡76 días de media!).
Más allá de las comparaciones, hay que reconocer que sobre el Consejero Delegado recae una extraordinaria responsabilidad como máximo responsable de la toma de decisiones y el liderazgo de la empresa. Al CEO también se le exige lo de ganar, ganar y ganar y luego volver a ganar:
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- Ganar ventas
- Ganar cuota de mercado
- Ganar expansión
- Ganar confianza
- Ganar reputación
- Ganar distribución
- Ganar futuro
- Ganar valor para el accionista
Como podemos ver, una larga y exigente lista de ganancias. Algo difícil de conseguir y solo reservado para auténticos y brillantes líderes, de los que presumo de conocer a varios. Debo decir que en mi larga trayectoria profesional he tenido la oportunidad de tratar con bastantes CEOS, algunos de ellos de notabilísimo éxito, y sobre estos quiero centrarme en particular. Todos ellos reunían determinadas características, aptitudes y actitudes comunes que los llevaron a conquistar las más altas cotas, y que intentaré describir a modo de resumen:
- Visión: cuestionan y revisan sin cesar el modelo de negocio de la compañía.
- Equipo: se rodean de los mejores colaboradores, tanto internos como externos.
- Innovación: constante y dotada de presupuesto suficiente, como vía para garantizar el futuro de la empresa.
- Liderazgo: entendido como una combinación de ambición, determinación, comunicación y compromiso para lograr objetivos.
- Responsabilidad: ética y moral.
A todo lo anterior, que no es poco, hay que añadir que el CEO es también la “cara pública” de la empresa, por lo que su papel en la gestión de las relaciones públicas y la comunicación es esencial para transmitir la visión y propósito de la empresa. Tanto a nivel externo como interno. Y todo esto, en un entorno complejo y de incertidumbre.
Pero como “No hay nada más convincente que el éxito”, el CEO que lo consiga tendrá asegurado un excelente futuro, ya sea en su empresa o en cualquier otra. No cabe duda de que los CEOs son las estrellas (o las víctimas) del mundo empresarial.
Pues ya sabéis la respuesta a la pregunta ¿El sillón de un CEO está tan caliente cómo el Banquillo de un Entrenador de Fútbol?
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Alejandro Navío
Socio Fundador y CEO de NCA Smart