Todos los que nos dedicamos a la publicidad sabemos que el verano es la época dedicada a los concursos. Normalmente, los equipos están algo más liberados con las vacaciones de los anunciantes y en las agencias (pequeñas grandes agencias, sobre todo) aprovechamos para dedicar tiempo a campañas que podrán ser, o no.
Ya os contamos hace unas semanas que nos habían adjudicado, a NCA junto con la consultora Teision, la campaña del IDAE para concienciar a la ciudadanía sobre el ahorro energético. La semana pasada «Derrochólicos» por fin vio la luz:
¿Cómo surgió la idea?
Como en todo brainstorming, surgieron ideas buenas (otras no tan buenas), que cumplían briefing a la perfección, pero que se iban a quedar en eso: conceptos correctos, aunque sin demasiada notoriedad, que pasarían sin pena ni gloria por la mente de los españoles. Toda nuestra motivación era que fuese una campaña que la gente recordara.
Una de las ideas para conseguirlo consistía en mostrar a un grupo de apoyo (técnica psicológica muy eficaz) en el que se reunían personas anónimas cuyo único nexo de unión era que malgastaban energía y se atrevían a confesarlo. Los personajes de la campaña comienzan por reconocer un mal hábito, se sienten apoyados por otras personas con su mismo problema, y finalmente “se curan”. No es una mirada de culpabilidad, sino de esperanza y optimismo.
Obviamente, con un tinte de hipérbole y exageración publicitaria. Y con una cosa muy importante: un mensaje final positivo y de superación: DE MALGASTAR ENERGÍA TAMBIÉN SE SALE. Las ilustraciones y las animaciones nos ayudan también con eso, dándole a la campaña un toque simpático, amable y entretenido y en el que las personas sonríen porque están mejorando sus hábitos y siendo cada vez más eficientes.
Así nacieron los «Derrochólicos».
El término “derrochólico”
El sufijo -ólica, -ólico se utiliza desde la antigüedad, sobre todo en el ámbito científico, para designar a la persona que padece algún problema o enfermedad (un “–ismo): daltónico, estrábico, hemofílico, raquítico…La rápida comprensión del sufijo –ólico ha dado lugar a expresiones parecidas, asociadas a problemas no estrictamente médicos: así, en inglés se popularizó la palabra workaholic, personas que son incapaces de desconectar del trabajo (Diccionario de la RAE admite, desde 2001, el término en español: trabajólico). También han surgido shopaholic (que no puede evitar comprar compulsivamente), chocoholic (incapaz de dejar de comer chocolate) o wikiholic (obsesionado con buscar cosas en Wikipedia).
Siguiendo esta tendencia, todos (o la gran mayoría de nosotros) somos derrochólicos y tenemos un problema: malgastamos energía, no de manera consciente todas las veces, pero a todos nos pasa, en mayor o menor medida.
Grado de derrochólico
Asociado a la campaña, que ya estaréis viendo estos días en medios esta semana, hemos preparado un site en el que se recogen tanto los espacios de información en cada Comunidad Autónoma, relacionados con ayudas y subvenciones, como consejos de ahorro y eficiencia energética que todos podemos poner en práctica en nuestro día a día. Hemos creado un decálogo antiderrochólico, de consulta rápida, con los 10 tips más importantes. Y, además, si queréis medir el grado de derrochólico en el que os encontráis, tenéis también un simpática prueba que nos dará un resultado acorde a la evaluación de vuestros hábitos. ¡Haz ya el test derrochólico!
A lo largo de las próximas semanas os iremos presentando a los 6 personajes de la campaña en nuestras redes sociales.