rebranding de marca

Cómo abordar un buen rebranding de marca

¿Qué es el rebranding de una marca? El rebranding es una estrategia clave para actualizar y revitalizar la marca de una organización. Entender cuándo y cómo realizarlo es tan importante como el porqué. En este artículo haremos un recorrido por todos los aspectos que pueden ayudarte a realinear tu marca con los objetivos y el escenario competitivo de tu compañía, convirtiendo el rebranding de tu marca en una herramienta para el éxito.   Antes de nada, es bueno saber que el rebranding es un proceso estratégico que implica una renovación completa o parcial de la identidad de una marca. Un procedimiento que busca actualizar la manera en que una empresa es percibida por su público, y que puede abarcar diversos aspectos como un simple cambio de identidad visual o una evolución más profunda en la misión y visión de la empresa o de la forma de sentir la marca por parte del equipo.   Un proceso de rebranding, por tanto, no solo reconfigura la percepción que tienen los consumidores y otros públicos de interés sobre la marca, sino que además puede influir significativamente en la dinámica de la empresa y del mercado. Entre sus principales objetivos se incluyen:   La revitalización de la imagen: permite a las empresas actualizar su imagen o adaptarla para atraer la atención de nuevos consumidores. La reafirmación del propósito: ayuda a las organizaciones a readaptar su misión y visión, alineándolas con sus valores y con las expectativas actuales del mercado. La adaptación a nuevas realidades: responde a los cambios en las tendencias del mercado, de la sociedad y también a la evolución de las necesidades de los consumidores. La superación de una crisis: es parte de las acciones que ayudan a recuperar una reputación dañada, demostrando la voluntad de la compañía para mejorar. Rebranding y transformación digital La transformación digital ha revolucionado el mundo empresarial, instando a las marcas a adaptarse rápidamente a las tecnologías emergentes y a los cambios en nuestras maneras de consumir, no solo productos y servicios sino también información y contenidos.   Para muchas empresas, y en la mayoría de sectores, el rebranding es ya una necesidad urgente e ineludible en un entorno que también se transforma continuamente. Llevar a cabo un rebranding adecuado, bien meditado y profesionalmente implementado, es la base para garantizar un crecimiento sostenido del negocio. Y hay cuatro ejes sobre los que esta evolución de la marca impacta directamente:   Diferenciación: una nueva perspectiva de la marca, cuando está bien orientada, puede aportar una ventaja competitiva esencial al negocio, ayudándole a destacar en un mercado saturado. Identidad: a medida que los mercados maduran y las empresas crecen, su identidad de marca necesita evolucionar para transmitir la idoneidad de su oferta, de su estructura y de su relación con los consumidores. Cultura: las marcas deben adaptarse, hacer suyas o incluso liderar las nuevas realidades socioculturales que emergen con el tiempo. El rebranding es clave para alinear la cultura corporativa con la sociedad en la que actúa la organización. Fidelidad: un rebranding dirigido a reforzar la conexión emocional con los consumidores puede fomentar la lealtad y aumentar radicalmente la retención de clientes. ¿Cuándo es necesario abordar un rebranding? Existen señales que ayudan a identificar la necesidad de un cambio. Y saber reconocer esas señales que aconsejan abordar el rebranding, unas veces más evidentes que otras, es vital para no quedarse atrás:   Si la popularidad está bajando… Cuando tus datos muestran que los consumidores están empezando a perder interés por la marca, puede ser una indicación clara de que esta necesita una transformación. Si el público objetivo ha cambiado… Especialmente al intentar atraer a nuevos segmentos de mercado, o si el público objetivo está evidenciando algún tipo de transformación, puede ser el momento de ajustar la marca para conectar mejor con sus grupos de interés. Si tu empresa es diferente… Las organizaciones cambian, a veces de forma drástica y la mayoría de ellas de un modo menos llamativo con el paso de los años. Echar la vista atrás puede desvelar que la marca que hasta hoy tenía sentido ya no lo tiene, y su oferta e identidad necesitan reflejar esa nueva realidad. Si la competencia está ganando… Cuando algún competidor empieza a superar claramente a tu empresa, es señal de que los consumidores prefieren algo diferente a lo que les estas ofreciendo y, si no quieres quedarte atrás, necesitarás una renovación que vaya más allá de la oferta de productos o servicios e impacte también en la marca en su globalidad. Si la reputación pierde puntos… En situaciones de crisis de imagen, tanto de la propia marca como del sector en el que opera, un rebranding es parte de las estrategias que te permitirán demostrar tu compromiso con una forma mejor de hacer las cosas. La marca debe crecer con la empresa, con el mercado, con la sociedad y con lo que demandan sus públicos. Mantener al día la identidad y la promesa de la marca es parte de ese crecimiento y, como apunta la metodología propia de NCA Smart para los proyectos de rebranding: “Hay tres valores que una marca nunca puede perder: fuerza, personalidad y conexión emocional”. Trabajar en estas tres áreas uniendo conocimiento experto, responsabilidad con el futuro y talento creativo, es clave para cuidar el presente y el futuro de cada marca.   1. Adaptación a nuevos mercados y audiencias Uno de los escenarios más evidentes para realizar un rebranding es la entrada del negocio en nuevos mercados, o la orientación a diferentes segmentos de audiencia. En estos casos es habitual que la marca existente pueda no ajustarse a las expectativas de sus nuevos consumidores. Entonces, la identificación de las necesidades de estos nuevos públicos se convierte en una prioridad, y la consecuente adaptación de la imagen, la comunicación, los valores y compromisos de la marca o los modelos de relación lleva a la práctica una marca más preparada para tener éxito en ese nuevo escenario. Estrategia de rebranding de marca Desarrollar una estrategia de rebranding conlleva un enfoque meticuloso y planificado para implementar cambios significativos en

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Pasar por el aro: el branding en los JJOO

Pasar por el aro: el branding en los Juegos Olímpicos Cada 4 años, una ciudad se convierte en el centro del mundo. Durante unas semanas es la anfitriona de miles de deportistas y visitantes y el foco de atención del planeta entero. Y su tarjeta de presentación, su sello distintivo, es un logotipo. Qué responsabilidad, ¿no? ¿Cómo condensar toda la personalidad y la riqueza cultural, histórica y deportiva de una metrópolis en un solo símbolo? ¿Y cómo agradar a todos? Alcaldes, autoridades, COI, organizadores, atletas, medios, opinión pública… 8.000 millones de personas (de culturas y gustos estéticos muy diferentes) van a verlo. Y a juzgarlo. Total, que lo que parecía una oportunidad grandiosa se torna una trampa mortal. El logo se convierte en una cuestión nacional y el diseñador acaba “pasando por el aro” y cediendo a las presiones que llegan de todos lados. Y por eso, querido lector, el hall of fame del branding olímpico está alfombrado de logotipos magníficos y de cagadas monumentales. Acompáñanos a un paseo por los hallazgos y los horrores más sonados del olimpismo moderno. Años 60: empezamos bien No sabemos si fue la carrera espacial, el amor libre o los Beatles, pero lo cierto es que fue una década bastante buena para el diseño olímpico. Roma 1960 optó por emplear a la loba capitalina amamantando a Rómulo y Remo, y en un caso tan insólito como coherente, poner la fecha en números romanos: MCMLX. Bravíssimo. Tokio 1964 sentó las bases de lo que debe ser un logotipo moderno. Limpio, elegante y poderoso, el sol naciente sobre los aros olímpicos simboliza el renacimiento de Japón tras la 2ª Guerra Mundial, y su estilo atemporal influyó en muchos diseños posteriores. Por cierto: los pictogramas de los distintos deportes, esos muñequitos tan familiares hoy, nacieron en Tokio 64. Este “lenguaje universal” fue otra aportación de los nipones. Con México 68, los primeros juegos celebrados en Latinoamérica, llegó uno de los logos más innovadores y aclamados. El diseño de Lance Wyman (ganador del concurso internacional) lo tiene todo: un estilo memorable y psicodélico, ecos del arte indígena, las líneas recuerdan a una pista de atletismo… De los mejores de todos los tiempos. Del minimalismo a los “boicotipos” Es innegable que los logos de Múnich 72 y Montreal 76 están hechos por profesionales. Los dos son minimalistas, limpios y versátiles. El de Múnich fue más arriesgado (y aplaudido) por incorporar una especie de “sol-espiral” abstracto, que supuestamente simboliza la renovación y el espíritu olímpico (o eso dijeron). El de Montreal alarga los aros para simular una pista de atletismo que es, además, la M de Montreal. Simplificar en extremo no es mala idea, aunque quizás ambos son un poco fríos y no se identifican mucho con las ciudades a las que representan. En cambio, en los años siguientes la Guerra Fría hizo estragos y a punto estuvo de acabar con el olimpismo. Como la URSS había invadido Afganistán, EE.UU. promovió un boicot internacional a los Juegos de Moscú 80, al que se sumaron 66 países. Fueron las olimpiadas más devaluadas de la historia. No es que el logotipo tuviera la culpa, pero la verdad es que no podía ser más soviético, rojo y austero. Parece un edificio constructivista (con su estrellaca encima) y es más gélido que Siberia en enero. Y claro, en Los Ángeles 84 la respuesta fue más yanqui que una peli de Rocky. ¿Pusisteis una estrella? Pues nosotros, tres. Y con líneas de movimiento, porque somos los más rápidos del Oeste. Sorry, presidente Reagan, pero el logo era feo, feo a rabiar. Por supuesto, el boicot fue a la inversa y ningún país de la órbita comunista acudió a Los Ángeles. Moraleja: mejor no mezclar el deporte con movidas políticas. Seúl 88 puso un poquito de paz. Y aunque el logo tampoco era nada de otro mundo, al menos usaba elementos de la cultura coreana y aportaba equilibrio y armonía. Soy español, ¿a qué quieres que te gane? Llegamos a los mejores JJOO de la historia: Barcelona 92. ¡Olé! Desde la concepción del logo, dejamos bien claro que éramos un pedazo de país. Por primera vez se usaba la figura de un atleta, hecho con 3 simples trazos. Un logo original, moderno, con personalidad y, qué demonios, más bonito que ninguno. Y si no, véanse los siguientes: el de Atlanta 96 es un horror se mire por donde se mire, triste, antiguo y oscuro; el de Sidney 2000, una copia descarada del de Barcelona (por más que le metieran detallitos aborígenes para justificarlo). El de Atenas 2004, con su corona de olivo y su fondito en plan azul repintado es infantil y olvidable. Y el de Pekín 2008… no sé qué significará, pero es espantoso (y la tipo, ilegible). Resumiendo: para chulos, nosotros. Plagios, polémicas y escándalos Pero Lisa… ¿qué estas haciendo? En la última década, algunos perdieron el Norte. Entre extravagancias, controversias y plagios vergonzosos, los logos de las tres siguientes olimpiadas batieron todos los récords de críticas negativas. Londres 2012 quiso dárselas de moderno con unos números vibrantes y angulosos que pretendían representar a los 5 continentes. Pero se pasaron de audaces. Los comentarios más suaves fueron “confuso”, “feo”, o “caro” (costó 400.000 libras). Los más hirientes, que parecía una esvástica nazi… o Lisa Simpson en pleno sexo oral. En fin, que los británicos se lucieron. Luego vino Rio 2016, cuyo logo fue acusado de ser un plagio de dos anteriores: el de la Fundación Telluride (EE.UU) y el de los carnavales de Salvador de 2004. Las semejanzas son evidentes, aunque todos ellos parecen inspirados en el cuadro “La danza” de Matisse… ¿Tú qué opinas? Juego de observación: encuentre las 7 diferencias Mucho peor le fue a Tokio 2020. El logo ganador fue demandado por el Théàtre de Liège (la similitud es notable) y el Comité olímpico japonés decidió retirarlo de inmediato y convocar un nuevo concurso. Sabia decisión, porque el logo final resultó ser bastante más digno (aunque también tiene un aire

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Imagen del Tour de Francia 2023

Movistar destaca en el Tour… visualmente

Con un branding visual que no pasa desapercibido, Movistar brilla una vez más este año. Tanto en el Tour de Francia 2024, como en La Vuelta, dos competencias de ciclismo con repercusión mundial, la marca ha vuelto a demostrar que la estrategia visual es tan importante como los pedaleos de los ciclista en la carretera si se quiere destacar sobre el resto. Movistar dominó el Tour de Francia 2023 de forma contundente, sobresaliendo sobre el resto de los 22 equipos y un pelotón de más de 150 ciclistas.  “¿Cómo?” Dirán los aficionados. “¡Pero si está hundida en la clasificación!” “¡Si su líder, Enric Mas, tuvo que retirarse en la 1ª etapa!”. “¡Si su primer clasificado en la General ocupa el puesto 30º!” Es cierto. Este gran dominio al que nos referimos solo concierne a la Identidad Visual, y no al aspecto deportivo. Los corredores de Movistar son perfectamente identificables entre todos sus rivales gracias a la singular visibilidad de su maillot blanco, con la característica M azul del logotipo de la marca en el pecho y la espalda. Da igual si el pelotón marcha agrupado o hay una escapada de varios ciclistas: la M es inconfundible y prevalece sobre el resto de los maillots y marcas comerciales. Un gran logro de comunicación y del diseño de su equipación que, lamentablemente, no es correspondido en la parte deportiva, hasta el momento muy poco brillante.  Es de imaginar que, con un equipo más potente que luchase por puestos de podio y victorias de etapa, el retorno para la marca en términos de notoriedad podría alcanzar niveles estratosféricos. Puede culparse a la mala suerte, a la mejor forma de sus competidores, a un día desafortunado o a mil factores más, pero los responsables de marca deberían hacérselo mirar.  Movistar en el Tour   El Tour de Francia es un grandísimo escaparate internacional y la imagen de Movistar podría lucir mucho más de lo que lo ha hecho hasta ahora. Esperamos que sus corredores tengan más fortuna en las etapas que restan y deseamos que estén a la altura de una identidad corporativa espectacular. En NCA, como especialistas en branding, sabemos reconocer un buen trabajo de imagen de marca nada más verlo. No en vano somos responsables del diseño y creación de los elementos corporativos de muchos de nuestros clientes: logotipos, paletas de colores, tipografías, manuales de marca…  Y conocemos y respetamos a rajatabla las guidelines de cada una. La imagen corporativa es un asunto muy serio. Si tienes alguna duda o necesidad al respecto, no dudes en hablar con nosotros.

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